Salud
reproductiva = Aborto encubierto
Por Juan Claudio
Sanahuja
Valoración moral
Como dice la carta enviada por
la Conferencia
Episcopal a cada uno de los senadores nacionales, antes de la
sanción de la ley, ésta es moralmente inaceptable, es decir, una ley
inicua, a la que no sólo no se debe obedecer, sino a la que hay que resistirse
por todos los medios pacíficos, como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica y
Juan Pablo II en la encíclica El Evangelio de la Vida. Mons. Karlic, con motivo de
esta ley, el año pasado, lo dijo claramente, “una ley injusta no es
ley”.
¿Qué dice el texto?
Analizado el texto, con razón decimos
que esta ley es la legalización del aborto encubierto. La autorización implícita
de productos abortivos, bajo el rótulo mentiroso de anticonceptivos, como los
llamados “para la anticoncepción de emergencia”, convierten la ley en la
legalización del abominable crimen del aborto, como lo llama Juan Pablo II.
La anticoncepción de emergencia consiste
en eliminar a la vida humana recién concebida, antes que anide en el útero de la
madre, es decir, lo que llamamos “aborto temprano” o “aborto químico”. Para eso
se utilizan “píldoras” específicas, llamadas “píldora del día después”, o
incluso las “píldoras” de toma diaria, elevando sus dosis. Otro método de
provocar el aborto, antes de la anidación del óvulo fecundado, es la inserción
del DIU.
Además, la Organización Mundial de
la Salud, uno de
los organismos más activos en la imposición de la “cultura de la muerte” en el
mundo, reconoció oficialmente en mayo de 2000, que “los servicios de salud
reproductiva”, deben “completarse”, con legislaciones que autoricen el aborto
quirúrgico, es decir, el asesinato del niño no-nacido que por su desarrollo no
puede ser eliminado por las “píldoras” o el DIU.
La ley habla de “evitar embarazos
no-deseados”. Con estas palabras lamentablemente, los legisladores han
legalizado jurídicamente la peor de las discriminaciones. Admiten que puede
haber seres humanos no deseados. Si ahora, algunos niños no-nacidos son
calificados de no-deseados, mañana pueden ser calificados de la misma manera,
personas ya nacidas, por ejemplo, enfermos o ancianos.
Además, claramente, esta ley inicua
pretende inculcar en la población la idea de que el embarazo es una enfermedad y
que el sexo es un elemento de diversión, lo que es manifestación de la cultura
egoísta en la que vivimos.
La ley no elevará el nivel de
salud de la población, sino todo lo contrario. Basta ver, por ejemplo,
cualquiera de las instrucciones de uso de los anticonceptivos orales, para leer
que advierten sobre el peligro de trombosis, enfermedades hepáticas, aumento de
la presión arterial, hemorragias, etc.
A la vez, funcionarios y legisladores
dicen falazmente que esta ley está destinada, entre otras cosas, a evitar el
embarazo adolescente y las enfermedades de transmisión sexual. En ningún lugar
del mundo donde existen legislaciones similares ha ocurrido esto. Es más, por
ejemplo, en España, en Estados Unidos o en el Reino Unido, tanto el embarazo
adolescente como el contagio de enfermedades de transmisión sexual aumentan cada
año, basta consultar para comprobarlo cualquiera de las revistas médicas de
primer nivel internacional. Y aumentan también los abortos quirúrgicos entre las
adolescentes, a pesar de que, por ejemplo en el Reino Unido, la “píldora del día
después” se distribuye en los colegios y no hace falta receta médica para que
las menores la adquieran en las farmacias.
A eso llegaremos, si no reaccionamos con
energía. Como los embarazos, llamados injustamente no-deseados, en adolescentes
-y mayores- aumentarán, seguirán facilitando medios abortivos hasta llegar a
legalizar el aborto quirúrgico. Lo que conseguirán, entre otras cosas, estos
profetas del sexo libre, será destruir física y psicológicamente a los jóvenes,
por incitarlos al uso precoz e inhumano del sexo.
También dicen los funcionarios y
legisladores que han impulsado la ley, que ésta es clave para erradicar la
pobreza. En realidad, este tipo de leyes va a eliminar a los pobres, no a
sacarlos de la pobreza. Sencillamente, el Estado no quiere o no puede dar
respuesta al problema social que él mismo ha causado. Entonces, en lugar de
crear las condiciones de desarrollo económico y social necesarias para eliminar
la pobreza, esteriliza a los pobres. Paradójicamente, en este aspecto, el
neoliberalismo económico ha colonizado ideológicamente a la izquierda
supuestamente progresista, ya que ésta con el pretexto de defender unos
supuestos derechos humanos de la mujer, apoya la marginación y esterilización de
aquellos que dice defender.
El verdadero significado de salud
reproductiva
La ley ataca radicalmente a la vida
humana y a la familia, a la persona humana en todas sus dimensiones. Es una ley
que trata de destruir la noción tradicional de familia, porque la familia en
cualquier sociedad, es el reducto básico de la libertad humana.
Se trata de una ley que responde al
proyecto de reingeniería social mundial, ideado por las Naciones Unidas y sus
organismos, entre ellos especialmente la UNICEF y el Programa para el
Desarrollo (PNUD). Se inserta en la ideología del Nuevo Orden Mundial, que es
radicalmente anticristiana y antihumana. Una ideología utilitarista, que niega
la libertad, especialmente la libertad de conciencia. Una prueba es que la ley
no contempla la objeción de conciencia, y que, a la vez, ya se oyen voces que
protestan queriendo conculcar la limitada libertad que la ley “concede” a las
instituciones privadas de salud y de enseñanza.
Ante una verdadera avalancha de este
tipo de leyes y proyectos, no sólo de salud reproductiva, sino también de otras
que conculcan aún más la patria potestad, negando a los padres el derecho a
educar a sus hijos; o de aquellas que pretenden abolir la libertad de enseñanza
para implantar un pensamiento único, muchos han usado mal del recurso al “mal
menor” y han caído en la tentación de “ceder un poco”, sin darse cuenta que hay
verdades naturales en las que no se puede ni ceder ni
conceder.
Por eso, me parece un error por parte de
los católicos, y una falacia por parte de los funcionarios y legisladores,
enfocar este tema desde el punto de vista confesional. La defensa de la vida y
la familia, no es un tema exclusivamente religioso. Si lo fuera, los ateos,
¿estarían autorizados a matar, o a sustraer a los menores de la autoridad y el
cuidado de sus padres?.
La Iglesia se opone a este tipo de legislación basándose en
aquellas verdades implícitas en la misma naturaleza del hombre, y no en verdades
“religiosas”.
La Iglesia defiende a la persona humana que el Nuevo Orden
Mundial quiere convertir en esclavo.
Publicado en el Semanario Cristo Hoy,
07-11-02